Había una vez un chico y una chica.
Él era muy guapo y gallardo de unos 22 años. Era amable, simpático, divertido, inteligente, deportista, buena persona, etc.
Ella era muy guapa y atractiva de unos 20 años. Era sincera, extrovertida, risueña, ingeniosa, luchadora, responsable, etc.
Ambos se complementaban, estaban hechos el uno para el otro.
Una vez él le dijo a ella:
Prometo hacer de ésta una noche mágica, si tú prometes no olvidarme nunca. Y aunque solo sea por unos instantes, nos amemos más de lo que nadie jamás amará en toda su vida.
Y así lo hicieron. Pero la magia acabó y a la mañana siguiente todo volvió a la normalidad.
Él se despertó y lo primero que vio fue la luz de la Luna. Y ella, la luz del Sol.