Los niños, las próximas generaciones son responsables de toda la sociedad. Pero, en primera instancia, los encargados de educarles y formarles como personas, en valores, etc., por vez primera son los padres, quienes les dan la vida y los crían durante sus primeros años de vida hasta que tienen edad suficiente para alzar las alas y volar del nido. De promedio son unos 20 años los que pasan los hijos conviviendo con los padres bajo el mismo techo, con lo cual no es extraño que los niños adquieran hábitos o formas de pensar iguales que los padres.
Aunque esto no es una regla de tres, pues un niño es una persona capaz de pensar y razonar por sí misma sobre su propio autoconcepto, sus actos y consecuencias, además de observar los actos de sus padres y reflexionar si está de acuerdo con ellos y si quiere seguir sus pasos o no. Esto es lo que se llama tener capacidad de reflexionar de una manera crítica y objetiva por uno mismo.
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Los padres de Matilda querían que viera con ellos la televisión en lugar de leer,
pero ella no cedió, amaba más las páginas de los libros que la pantalla del televisor. |
Sin embargo, hay veces que los niños, aunque piensen y recapaciten sobre si creen que esto esta bien o mal o si prefieren hacer esto en lugar de lo otro, hay ocasiones en las que los padres no les dejan elección, han de hacer lo que ellos quieran, porque "mientras vivas bajo mi techo harás lo que yo te diga". Este comportamiento parental, además de dictatorial y, en ocasiones, injusto, puede frustrar e incluso hacer infeliz a un niño. Sobre todo si esa decisión de papá obliga a su hijo, recién llegado nuevo a un colegio, a no hacer nuevos amigos y jugar con ellos después de clase porque considera que su hijo puede aspirar a algo más que jugar a fútbol con unos simples mocosos aficionados.
Esto que implican, enfrentamientos en clase y fuera de ella del niño con los que podrían haber sido sus nuevos amigos y en lugar de ello son unos desconocidos que se miran con odio reconcentrado en clase.
Si los niños no son civilizados, acabarán por solucionar el enfrentamiento a tortazo limpio. Sin embargo, puede que se tenga la suerte de contar con niños más inteligentes que se lo jueguen todo a su carta favorita, a un todo o nada de lo que mejor se les da, el fútbol. Porque ningún padre, por muy fútbolista de primera división que sea tiene derecho a decirle a los compañeros de clase de su hijo que ellos no son lo suficientemente buenos y dignos como para jugar a fútbol con su excelente hijo.
Y es cierto, unos simples chavales de la calle tal vez no estén al mismo nivel deportivo que los jugadores infantiles del Bayern de Munich, pero eso no quiere decir que no sean merecedores de una oportunidad de mejorar en el fútbol y poder aprender de los mejores. Porque todos tenemos derecho a aprender, superarnos y alcanzar nuestros sueños, sin que nadie, sobre todo un adulto con mente cuadriculada y ego desmesurado, nos impida, al menos, intentar hacerlos realidad.
Pero, para intentarlo, hace falta tener mucho más que ganas y talento, se necesita una dosis de apoyo por parte de tu gente, de constancia, esfuerzo y trabajo por la tuya, y una gran capacidad para levantarte después de cada caída y para hacerle frente a ese miedo que te dice "no eres lo bastante bueno", "no lo conseguirás", "cómo has podido si quiera pensar que lo podrías intentar..." Efectivamente, hacerle frente a las inseguridades y al miedo no es fácil, pero, si encuentras la manera de combatirlos, te volverás imbatible en tu camino por alcanzar tu meta.

Y esto, señoras y señoras, es lo que nos narra el segundo libro de la colección "Las fieras fútbol club, Félix el Torbellino" de Joachim Masannek. Un libro, en un principio, escrito para preadolescentes, pero en el que yo he encontrado un trasfondo muy importante que atañe también a los padres y a su importante papel en la educación de sus hijos. Es la ventaja de leer libros infantiles cuando ya estás más cerca de ser adulta que niña, que lees las palabras con otra mirada y encuentras más matices que un niño de la edad recomendada para el libro. Sobre todo cuando el libro no está escrito por un niño de 11 años, como los protagonistas, sino por un adulto que tiene hijos de esa edad, capaz de plasmar en ese libro mucho más que una historia para chavales apasionados del fútbol.
Es por eso que creo que los padres deberían leer más a menudo libros recomendados a sus hijos, en primer lugar, para conocer un poco más a sus hijos y lo que les gusta, y, en segundo lugar, para poder reflexionar sobre si la manera en la que actúan los personajes adultos en la historia es la mejor o no, si es lo que ellos harían o si por el contrario buscarían otra solución. Porque, tener tanto el punto de vista de un niño como el de un adulto te abre muchas puertas y puedes ver la situación con mayor perspectiva e información para tomar la decisión más acertada para todos.
Yo, como futura maestra, sin lugar a dudas, les recomendaré esta saga a mis alumnos, pero también me gustaría llevar a cabo algún proyecto de lectura para padres, donde no se priven de estas pequeñas joyas que les pueden ayudar a tener una mejor relación con sus hijos.
Si alguien desea conocer más sobre este libro,
aquí os dejo su página de La casa del libro, donde lo podréis adquirir por menos de 5€ y la verdad que merece mucho la pena poder contar con esta saga de libros en casa, tanto para que los peques de la familia se aficionen a la lectura como para que los adultos empaticen más con los peques de la casa y vuelvan a escuchar al niño que llevan dentro.
Y, a continuación, os dejo algunas de las frases que más me han gustado de este libro:
"...pero nos convertía en un grupo de conjurados en el que todos éramos igual de importantes. Todos podíamos fiarnos completamente de todos y ¿hay algo más importante para un equipo?"
"Giacomo Ribaldo tenía toda la razón. No éramos un equipo de fútbol y ninguno de nosotros tenía madera de profesional. Nuestros sueños estallaron como pomas de jabón bajo la lluvia cada vez más intensa. Y os aseguro que cuando uno se queda sin sueños, no es nada, se derrumba y no sabe cómo seguir adelante."
"Necesitaba a alguien que me diera una patada en el trasero, que me dijera que tenía que sacar la cabeza de debajo del ala, que me quitara el miedo y me devolviera el ánimo, que me dijera lo que debía hacer para recuperar mi orgullo y mis sueños."
"Sonaba horrible, pero tenía razón. El plan de mi madre había fracasado. Sin camisetas no seríamos un equipo como es debido. -No, eso no vale -protestó Fabi-. Va en contra del tercer punto de nuestros estatutos: «Nunca te rindas»"
"-¿Qué hay de tu asma, Félix? Quiero decir si te exijo demasiado, si ya no das más de ti.
[...] Desde el duelo con el pistolero de la compota de manzana no había vuelto a tener ningún ataque de tos. -No me exiges demasiado -le contesté sonriendo."
"El agua del canal se cerró sobre nuestras cabezas y lo puso todo negro. Pero el negro, ya sabéis, es nuestro color y cuando uno no tiene miedo, es más ligero."
Para finalizar, la puntuación que le doy a este libro
(porque, a pesar de ser un poco diferente, esta entrada no deja de ser una reseña jaja) es:
8/10
Una historia apasionante sobre la juventud,
los sueños, el valor, la amistad, la familia y el deporte.
Recomendable tanto a pequeños como a mayores.
¡Ahora es vuestro turno!
¿Conocíais esta saga de libros?
¿Qué opináis sobre que los adultos lean libros infantiles,
necesario, una pérdida de tiempo...?
¡Contadme!
¡Un abrazo y feliz fin de semana!♥